Para que una persona se sienta feliz es importante fluir con la vida, de la misma forma que el álamo hace con el viento.
Ser como el agua que baja por el río me transmite la capacidad de encontrar la manera de llegar a tú destino a pesar de las dificultades que encuentras en el camino. El agua siempre encuentra el camino. En cambio, las hojas del álamo se mueven al son del viento, girándose arriba y abajo, derecha e izquierda, adelante y atrás, en un dulce baile, para acabar volviendo a su posición cuando el viento deja de soplar.
Adaptación y flexibilidad en armoniosa sintonía con el viento, sin desprenderte del árbol. Así es como visualizo el fluir por la vida. Un baile en donde le cogemos la mano a la vida y bailamos con ella.
Tenemos que adaptarnos o flexibilizarnos para sobrellevar los distintos acontecimientos o situaciones de la mejor manera posible. ¿Quiere decir eso que hay que conformarse o resignarse ante todo lo que nos suceda? ¿Hablamos de conformismo? En absoluto. Hablamos de minimizar el sufrimiento, que es distinto. Poner resistencia a lo que es, nos puede generar estrés, ansiedad, y depresión, necesitando en ocasiones la ayuda del coaching o incluso psicoterapia. Lo importante es darse cuenta de cuando las cosas no dependen de nosotros, y de que no está en nuestras manos hacer que sean diferentes. Ir en contra es lo que nos hace sufrir. «Si el tallo que une la hoja al tronco se opone a la fuerza del viento, podría partirse».
La resistencia y la oposición nos paraliza, nos ofusca, y nos dificulta encontrar alternativas. La adaptación y flexibilidad, nos pone en situación óptima para encontrar nuevos enfoques y nuevas maneras de hacer.
En resumen, fluir para ser feliz, se trataría de mantenerse como el álamo, para poder ser como el agua del río. Ambos solemos verlos juntos en espacios naturales de ensueño.
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